De odas y piruetas

Dentro, muy en mis mares, siento olas para tí porque escucho su batir

Agua de la ciudad que trae el ruido ondulando un panal no un nido. Humo líquido, viscosa perenne. Como su gente, congestionada, ocupada. Vacíate al mar, fluye a tu curso al cielo paralelo que nada le debes al que no te deja ser lo quen esencia eres: agua.

¿Sabes? Este cuerpo es de agua. Está hecho de olas que no se ven. Olas que se sienten. Una, dos, tres, cuatro...y así, hacia el infinito ondulando, Vibrando en tiempo y espacio. Este cuerpo es de aire. Está hecho de torbellinos y adentro de esos torbellinos, hay brisa de verano, salada y picante. Este cuerpo es sal de la tierra. Elemental, primordial, tiene raíces que conectan con el nucleo de esta esfera. Es fauna y flora, este cuerpo.

Mi cabeza está puesta en mi cuerpo pero mi antena está más allá. No la ves y tampoco ves su transmición ni su luz. Tal como una equilibrista, danzo entre estar enrraizada y a la vez ligera. Es un trueno, una raíz eléctrica lo que me conecta y me siembra con aquello que aún no conozco pero que siento en todas las capas de mi piel.

Pasajero tu dolor, aunque la llaga se haga piel,  y la piel cicatriz. Un terreno baldío, donde podrás florecer, un instante que se estira por toda una vida. Espina o semilla, daga o pincel,  el mareo o el baile, mar abierto: ¿cielo o suelo? Refracción de luz.