Entradas

Mostrando entradas de 2013

Levita

Vólo frente a nosotros, se hizo presente. Bailó con el paisaje y se fue, rasgando el aire de color rojo. Abrió el tiempo en ese tiempo sin tiempo. Se nos coló su luz, y nos olvidamos de tener pies.

Tengo en mí el mar (...)

Tengo en mí el mar y la luna que se posa en sus brazos. Tengo en mí la noche y la ciudad. Tengo en mí la brisa, el aliento. Y estas ganas de poderme quedar.

Que nada dure.

Que nada dure. Que sea la vida  perennes instantes, destellos de presagios, un tunel de luz bailando a toda velocidad. Sentir en pleno, en carne roja, siempre sangrante. Una honda bocanada. Un salto.

A la carga

A la carga con el corazón por lazarillo, llevándo de la mano a esta terca ciega.

Aquí, ahora, siempre

Aquí, en este fragmento de segundo, juguemos a ser rayos, llenémonos de electricidad. Te daré los pájaros de mi boca, me daras mares de flores de la tuya. Conjuraremos al silencio. Nunca un instante ha de ser tan eterno.

Lúdicos, ominosos, arcanos, presentes

Y juntos, agarrados de la mano, agarrados de este remanente de cuerpo, de las tiras y costuras del alma, nos sumergiremos en el fin. Más allá de los contornos, más allá del vacío y la plenitud. Lúdicos, ominosos, arcanos, presentes. Dinamismo, euforia, simplemente ser.
Cuando caótica me siento más cercana a la naturaleza humana. Con el corazón lleno de oscuridad intensa puedo palpar que buscamos siempre nuestra destrucción. Al atomizarnos, el vacío intermitente nos hace sentir en casa.
Te ví por primera vez en una vieja foto de una amiga. Eras un tercero externo pero de mirada protagónica; intensa y penetrante. Quedó en mí como otra foto: una metafoto que hizo resonancia en mi imaginario. Entonces te asigné un catálogo de cualidades. Comencé a construir un album de tí.
Tienes lunas negras en tu mirada como quién alberga la oscuridad dentro de sí y la arrulla en sus entrañas para que no se le escape. Tienes esa luz que sólo se ve con los ojos cerrados.
¿Cómo vivir a la vanguardia del vacío? Los significados insisten en mudarse a escondidas. Por catálogo de referentes ha quedado un escaparate de cascarones sin huevo; quebradizos y pestilentes.

Catálogo de días bajos

    "Recuerdo el día que salimos del teatro la última vez. Caminábamos sin deseos de hablar de nada pero agarrados de la mano. Llovía pero no nos molestamos en resguardarnos. Era como si llegar al carro fuese una travesía de suma importancia que debía ser ininterrumpida. No nos mirábamos. Al caminar, me fijaba en la ciudad y en su ritmo. Esta pequeña ciudad figuraba como un pequeño monstruo que nos tragaba poco a poco y nos hacía volcarnos a su ritmo de tren bala. Cuando se vive a esa velocidad no hay tiempo de parar y fijarse en la vista o reflexionar sobre el camino recorrido. Nos reconocí tan vacíos, tan inertes en aquel gesto de agarrarnos de la mano porque sí. Entonces comencé a soltar tu mano poco a poco. Entendiste el gesto rápido y la dejaste ir. Sacaste tu celular y adoptaste gesto de estar haciendo algo importante. Yo continué mi marcha notando tantas cosas de aquella ciudad y a la vez sintiendo una muralla eregirse entre los dos. ¿Cómo abría de detener tu rumbo para mol
Hay espinas que duelen desde el principio. Son dagas orgullosas que erguidas te parten desde adentro. Hay espinas empáticas cuya herida sana fácil. Y hay esto, que plantaste como un árbol pero que brotó como puercoespín. Hay esto que implotó.
No logro encontrar el momento peciso en el cual mi pecho se volvió un pequeño cementerio.

Equipaje ligero

Eran las cinco de la mañana cuando decidí salir huyendo de tí. Me escurrí de tus brazos, de las sábanas. De puntitas me vestí. Busqué mis cosas con delicadeza de mimo y floté como sombra. Me paré en el umbral de la puerta no sabiendo si querer fotografiarte con mi mente para guardarte muy adentro. Me paré allí no sabiendo si dejar toda nuestra historia enterrada entre las grietas de las losas. Deseé que despertaras. Me demoré un instante. Permanecesiste dormido. Cerré la puerta y me pesaban los pies. Me pesaba el aire que respiraba.  Entre pared y pared, deseé haber viajado contigo con un equipaje ligero.  Entonces entendí que ese equipaje lo llenamos juntos. Descubrí que viajar con equipaje ligero simplemente no es mi forma de viajar .
Esta semana amanece justo a las cinco y cuarenta y siete pero parece no conformar parte del tiempo. Es como si una puerta se abriese a poco más de las seis y el universo se decidiera empezar. Y todo se detiene. Todo simplemente es. Dan las seis y el reloj vuelve a su paso original; rotundo e impostergable. Dan las seis y el reloj vuelve a su caminar industrial. Pero yo no. Yo me aferro a ese tiempo en el alba y lo absorbo. He deccidido llenarme a diario de ese momento en el que las cosas deciden nacer de nuevo. Entonces, soy yo pero soy 365 veces yo.
Permanezco enfrascada en tu mirada hueca, conjurada por el vacío que nos lanza a la distancia inminente. Y bailamos al ritmo de una música átona, silentes, como sintiendo nostalgia de una historia que nunca se contó porque nunca comenzó a escribirse.
Quiero cantarme para llegar a tus oidos como cuerpo melódico. Quiero serte dulce y empaparte de formas tiernas y lentas. Quiero colarme a tus entrañas, y hacer mis ruidos desde tus adentros.
Mis palabras hablaban de tu ausencia mucho antes de tu partida. Esa semilla se plantó en mi pecho y tú, le diste de beber.
Parecerse al humo es pensarse siempre efímero; siempre inquieto. Es como querer ser invicto ante la sombra, y  no querer ser jamás prisionero de las estaciones. Parecerse a un instante, es como el retorno de lo perdido, y volverse a perder. Parcerse a sí, no es parecerse a nada. Habrá que ser mimo. Ser mimo de la nostalgia.
Tras mis párpados mil universos, mil existencicias, mil vidas hay. Una infinitud de tiempos que se desdoblan; se entienden, se entrelazan. Juntas se consumen dando vueltas. Pero yo, soy sólo una boca. Mi boca que existe para sí que es un tunel de compases a destiempo que es un coladero y un jardín.