Vólo frente a nosotros, se hizo presente. Bailó con el paisaje y se fue, rasgando el aire de color rojo. Abrió el tiempo en ese tiempo sin tiempo. Se nos coló su luz, y nos olvidamos de tener pies.
Tengo en mí el mar y la luna que se posa en sus brazos. Tengo en mí la noche y la ciudad. Tengo en mí la brisa, el aliento. Y estas ganas de poderme quedar.
Que nada dure. Que sea la vida perennes instantes, destellos de presagios, un tunel de luz bailando a toda velocidad. Sentir en pleno, en carne roja, siempre sangrante. Una honda bocanada. Un salto.