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Mostrando entradas de agosto, 2013

A la carga

A la carga con el corazón por lazarillo, llevándo de la mano a esta terca ciega.

Aquí, ahora, siempre

Aquí, en este fragmento de segundo, juguemos a ser rayos, llenémonos de electricidad. Te daré los pájaros de mi boca, me daras mares de flores de la tuya. Conjuraremos al silencio. Nunca un instante ha de ser tan eterno.

Lúdicos, ominosos, arcanos, presentes

Y juntos, agarrados de la mano, agarrados de este remanente de cuerpo, de las tiras y costuras del alma, nos sumergiremos en el fin. Más allá de los contornos, más allá del vacío y la plenitud. Lúdicos, ominosos, arcanos, presentes. Dinamismo, euforia, simplemente ser.
Cuando caótica me siento más cercana a la naturaleza humana. Con el corazón lleno de oscuridad intensa puedo palpar que buscamos siempre nuestra destrucción. Al atomizarnos, el vacío intermitente nos hace sentir en casa.
Te ví por primera vez en una vieja foto de una amiga. Eras un tercero externo pero de mirada protagónica; intensa y penetrante. Quedó en mí como otra foto: una metafoto que hizo resonancia en mi imaginario. Entonces te asigné un catálogo de cualidades. Comencé a construir un album de tí.
Tienes lunas negras en tu mirada como quién alberga la oscuridad dentro de sí y la arrulla en sus entrañas para que no se le escape. Tienes esa luz que sólo se ve con los ojos cerrados.
¿Cómo vivir a la vanguardia del vacío? Los significados insisten en mudarse a escondidas. Por catálogo de referentes ha quedado un escaparate de cascarones sin huevo; quebradizos y pestilentes.

Catálogo de días bajos

    "Recuerdo el día que salimos del teatro la última vez. Caminábamos sin deseos de hablar de nada pero agarrados de la mano. Llovía pero no nos molestamos en resguardarnos. Era como si llegar al carro fuese una travesía de suma importancia que debía ser ininterrumpida. No nos mirábamos. Al caminar, me fijaba en la ciudad y en su ritmo. Esta pequeña ciudad figuraba como un pequeño monstruo que nos tragaba poco a poco y nos hacía volcarnos a su ritmo de tren bala. Cuando se vive a esa velocidad no hay tiempo de parar y fijarse en la vista o reflexionar sobre el camino recorrido. Nos reconocí tan vacíos, tan inertes en aquel gesto de agarrarnos de la mano porque sí. Entonces comencé a soltar tu mano poco a poco. Entendiste el gesto rápido y la dejaste ir. Sacaste tu celular y adoptaste gesto de estar haciendo algo importante. Yo continué mi marcha notando tantas cosas de aquella ciudad y a la vez sintiendo una muralla eregirse entre los dos. ¿Cómo abría de detener tu rumbo para mol