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Mostrando entradas de julio, 2012
Una tarde de mucha lluvia y mucho ocio se sentó en el suelo con un libro grueso. Hora tras hora se dedicó a examinarlo con escrutinio. Y ahí, en el Diccionario de las Cosas que Quedan por Explicar encontró una página que le volvió loca. No lloró ni tampoco grito como nunca más volvió a ser una persona.
Nunca deja de sorprenderme  la capacidad que tiene mi curiosidad de llevarme a los lugares más incómodos del mundo. Me dejo llevar cual sonámbula ciega y sorda y termino al borde de un ataque de nervios ante cosas que no entiendo y que no puedo preguntar.