Esta semana amanece justo a las cinco y cuarenta y siete pero parece no conformar parte del tiempo.
Es como si una puerta se abriese a poco más de las seis y el universo se decidiera empezar. Y todo se detiene. Todo simplemente es.
Dan las seis y el reloj vuelve a su paso original; rotundo e impostergable. Dan las seis y el reloj vuelve a su caminar industrial.
Pero yo no.
Yo me aferro a ese tiempo en el alba y lo absorbo. He deccidido llenarme a diario de ese momento en el que las cosas deciden nacer de nuevo. Entonces, soy yo pero soy 365 veces yo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Antena

Liebres de la marcha